MEDIDAS DE IMPLANTACIÓN PARA PLANES DE
EMERGENCIAS.
Todos
recordamos ciertas situaciones críticas de emergencias inesperadas que han
finalizado en catástrofes, en particular; escenarios relacionados con derrumbes,
grandes incendios, explosiones, seísmos, atentados y evacuaciones desordenadas masivas
con aplastamiento de personas.
Al acontecer este
tipo de emergencias, no es atrevido afirmar, que cuando en organizaciones se adolece
de normas de actuación, en numerosas ocasiones la mayoría de las reacciones
colectivas ante estos eventos de gran magnitud, desembocan, en acciones
individuales y colectivas que favorecen
la catástrofe.
Esta falta o
carencia de procedimientos de actuación ante emergencias ocasionan desenlaces
mucho más catastróficos que en escenarios con personas instruidas que sepan
controlar y dirigir y controlar esas reacciones colectivas que surgen a raíz de
un suceso inesperado.
El Centro
Nacional de Condiciones de Trabajo, define la Conducta Humana como: ” Toda
conducta relativamente espontánea ejecutada por un grupo de personas ante un
estímulo común en una situación indefinida o ambigua “.
Cuando surgen
episodios de: miedo, fobia, pánico, estrés e incertidumbre; las personas se desorientan. Estas y otras actitudes individuales, pueden
a veces, desembocar en conductas colectivas que degeneran en masas, haciendo que
estos eventos que emergen de manera inesperada y violenta, se transformen en
sucesos incontrolables que ocasionen auténticas desgracias.
Precisamente, la
falta de normas o ambigüedad en las existentes, hacen necesario elaborar y
sobre todo “implantar”, un Plan de Emergencias que protocolice, estas instrucciones
de actuación, de manera comprensible y que en la práctica puedan ser
trasladadas a los diferentes actores que forman parte de una organización.
Antes de
definir las medidas del Plan de Actuación ante Emergencias, tendremos que
pensar que hay implantar acciones para intentar influir en las conductas
colectivas e individuales, por tanto; tendremos
muy presente la definición anterior. El objetivo
de los procedimientos será logar una gestión eficaz de las medidas propuestas, centrado
en normas estructuradas y desasociadas de flujos de difícil comprensión.
Estas directrices,
serán capaces de facilitarnos la gestión de los recursos de manera que ante una
emergencia, no nos encontremos precisamente ante esta situaciones de confusión,
y que con acciones como; con los
ejercicios previos de simulación; las formaciones; las informaciones; etc., hayamos
sido capaces de actuar sobre las conductas, de manera que logremos que se perciba la
emergencia como algo controlable; por tanto, que los resultados sean exitosos
tanto para las personas como para los bienes materiales de las organizaciones.
Ante una
emergencia inesperada de importantes dimensiones nos podemos ver ante tres
perfiles de actitud y reacción ante los mismos acontecimientos:
- Conmoción: La persona se colapsa de emociones, se paraliza y no responde.
- Agitación. La persona entra en un estado de agitación y de difícil control.
- Comportamiento adecuado: Mantiene la calma, tiene una conducta adecuada de autocontrol ante la emergencia.
Si no actuamos
de una manera proactiva para modificar los dos primeros estados de actitud, con toda seguridad, aparecerán ciertos procesos caóticos que a su vez serán
magnificados por el contagio de unas personas a otras. Esto surge sobre todo en
situaciones de aglomeraciones y en espacios poco conocidos con vías de
evacuación indefinidas, confusas o deficitarias.
Entre las singularidades de estos procesos anárquicos podemos
citar las siguientes:






¿Qué actuaciones podremos incorporar en nuestro Plan de Emergencias para influir
sobre la conducta y minimizar en lo
posible estas reacciones?
La selección de los equipos
Partiremos
desde el principio; la selección de los
integrantes del organigrama, por lo tanto nos centramos en los equipos humanos
del equipo de emergencias y evacuación.
Aunque muchas
recomendaciones, orientan hacia dar preferencia al voluntariado, lo cierto es, que la elección de ciertos perfiles
predefinidos será pieza clave a la hora de dar el primer paso.
Además de
tener en cuenta este posible voluntariado, tengamos muy presente que en
situaciones reales, el resto de las personas que ocupan el espacio, dependerán
de la entereza emocional de los equipos de emergencia seleccionados. Los integrantes de los equipos deberían ser personas
capaces de asumir el rol de “líder”.
El aspecto
Psicosocial de la personalidad del individuo será uno de los aspectos
fundamentales en los parámetros del perfil en la selección.
No se deberá seleccionar
a personas que sean susceptibles de adoptar conductas inadecuadas.
La persona
debería entre otras características: ser emocionalmente estable; tener
capacidad de liderazgo; dotes organizativas e iniciativa propia.
Las normas que
desarrollemos, la formación, la información, el adiestramiento, las fichas de funciones, los
procedimientos de coordinación de actividades empresariales para terceros ,
etc., serán importantes, pero sobre todo,
la forma, en su conjunto, de transmitir este conocimiento al equipo.
La formación
En cuanto al
perfil formativo de la persona, los individuos
con un nivel de formación adecuado en materia de conocimiento y control de
emergencias denotan un mayor autocontrol, son menos vulnerables al desconcierto
y son como regla general más cooperantes.
La formación
En cuanto al
perfil formativo de la persona, los individuos
con un nivel de formación adecuado en materia de conocimiento y control de
emergencias denotan un mayor autocontrol, son menos vulnerables al desconcierto
y son como regla general más cooperantes.
El mensaje
Ante la
detección y comunicación de la situación de emergencias, prestemos atención a hora de diseñar el
mensaje. El objetivo es dotarle de
cierta sensibilidad en el traslado de la “noticia”.
El momento de
la notificación de la emergencia ejercerá una gran influencia psíquica sobre la
conducta del individuo.
Es más
importante, trasladar pautas sencillas a seguir que comunicar el peligro real
de la amenaza. Parece algo evidente pero es necesario tenerlo en cuenta para
evitar el contagio del Pánico.
Tendremos que
aprovechar por lo tanto, las diferentes ocasiones que se nos presentan para
lanzar mensajes a los ocupantes de las instalaciones; mensajes que sean claros,
coherentes y adecuados a las diferentes posibles situaciones. No olvidemos que la información en su justa
media reduce la incertidumbre y favorece la confianza de las personas.
El líder
Una vez
constituida la brigada de emergencia, buscaremos la manera de potenciar esas conductas individuales que queremos seguir
desarrollando, y con ello, fomentaremos hábitos que minimicen el riesgo de
despersonalización de la persona ante una emergencia. La persona tiene que
sentirse segura y preparada para actuar, mantener la calma y dirigir a los
colectivos.
Una falta de
seguridad en la persona, puede conducir al gregarismo y por lo tanto, al
fomento de las reacciones de pánico en masa.
Debemos focalizar nuestra
atención en “Potenciar la figura del
líder ante emergencias”. El líder transmitirá confianza, controlará a
los inestables, y sabrá gestionar a las personas para obtener resultados
favorables en lo que a la evacuación de los locales se refiere.
Fomentará
tranquilidad y demostrará, con ello, control de aquellas situaciones en las que
los comportamientos caóticos, puedan degenerar en una auténtica catástrofe. Ante
esta situación de descontrol, podrían quedar
inhibidas las capacidades de respuesta de los individuos.
El histórico
de las catástrofes acontecidas en los últimos tiempos se relaciona directamente
con una falta de detección de la alarma a tiempo, por lo que el resultado final se agrava sin
margen de reacción. Debemos instruir no
solo en evacuación, extinción, primeros auxilios, etc., sino en profundizar en tácticas que permitan
a la persona, afinar sus sentidos en relación a su capacidad de anticipación y
detección de alarmas en fases primarias.
Potenciar el adiestramiento
En conclusión, algunos factores que hacen importante potenciar el adiestramiento de los equipos son entre otros;
· La falta de
percepción del riesgo de las personas no instruidas en emergencias (por
ejemplo, eso pasa pero les pasa a
otros), la inhibición del riesgo y la
falta de valoración de la situación
· La necesidad
de conocer a la perfección; los medios
de detención de incendios, los medios de extinción, las vías de escape o
evacuación , los puntos de reunión , los teléfonos de emergencias, los
protocolos específicos para personal sensible, etc.
· Resaltar la
positividad de las instrucciones presenciales. Fomentar acciones que busquen la
inmunización conductual y trasladar el conocimiento de técnicas de autocontrol
de la persona.
Incluso
contando con preparación, dependerá en gran medida de cómo la persona perciba
la situación en el momento del acontecimiento, del medio utilizado para recibir
la amenaza y ante todo de la propia personalidad de la persona.
Las instalaciones
Remarcar que ciertas
acciones relacionadas con las propias instalaciones; inciden positivamente en
la conducta del individuo ante situaciones críticas; refuerzan el sentimiento
de seguridad individual de la persona, y por tanto, ayudan a un mayor control de
las conductas colectivas. En cuanto a las medidas de actuación en las propias
instalaciones, podemos destacar las que se citan a continuación:
- Evitar la masificación de señales alarmantes que fomenten la aparición de casos de pánico.
- La señalización de los espacios será concisa y unívoca. Señales muy visuales y que contengan el texto preciso evitando la ambigüedad.
- Aprovechar los tablones de anuncios para que el personal pueda visualizar el organigrama de emergencias. Ese aspecto crea seguridad de protección, preparación y control. Fomenta la sensación de “espacio seguro”.

- Indicaciones claras en relación a las rutas de evacuación, que no lleven nunca a confusión. Tengamos en cuenta que muchas personas no conciben el posible peligro ni son conscientes a no ser que vean una gran cantidad de humo, gritos, etc.
- Adecuar de manera suficiente los medios de extinción y material de primeros auxilios al espacio. Crear mecanismos que garanticen su revisión y mantenimiento.
- Difusión del Plan de Emergencias utilizando diferentes vías; trípticos, intranet corporativa, en incorporación, comunicación de pautas de emergencias de manera periódica vía mail, papel, etc. Únicamente con la aplicación de esta acción no se garantiza el cambio de comportamiento hacia el esperado en situaciones de emergencias, pero en importante sensibilizar en la materia.
En su conjunto, el Plan de Emergencias, tiene que ser claro y sobre todo muy específico, conciso, comprensible y actualizado.
La información que trasmitamos en relación a las instalaciones deberá ser:
- Ser clara y contar con cierta continuidad en su difusión
- Coherente en relación al riesgo
- Específica del lugar
Concluyendo, fomentemos la implantación de las directrices básicas en materia de preparación ante emergencias,para que nos puedan facilitar la gestión de todos estos recursos, de manera que ante una situación crítica, salgamos con éxito de la eventualidad.
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