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viernes, 6 de enero de 2017

La Conducta Humana ante Emergencias Críticas

MEDIDAS DE IMPLANTACIÓN PARA PLANES DE EMERGENCIAS.


Todos recordamos ciertas situaciones críticas de emergencias inesperadas que han finalizado en catástrofes, en particular; escenarios relacionados con derrumbes, grandes incendios, explosiones, seísmos,  atentados y evacuaciones desordenadas masivas con aplastamiento de personas.

Al acontecer este tipo de emergencias, no es atrevido afirmar, que cuando en organizaciones se adolece de normas de actuación, en numerosas ocasiones la mayoría de las reacciones colectivas ante estos eventos de gran magnitud, desembocan, en acciones individuales y colectivas  que favorecen la catástrofe.




Esta falta o carencia de procedimientos de actuación ante emergencias ocasionan desenlaces mucho más catastróficos que en escenarios con personas instruidas que sepan controlar y dirigir y controlar esas reacciones colectivas que surgen a raíz de un suceso inesperado.

El Centro Nacional de Condiciones de Trabajo, define la Conducta Humana como:  ” Toda conducta relativamente espontánea ejecutada por un grupo de personas ante un estímulo común en una situación indefinida o ambigua  “.

Cuando surgen episodios de: miedo, fobia, pánico, estrés e incertidumbre; las personas se desorientan.  Estas y otras actitudes individuales, pueden a veces, desembocar en conductas colectivas que degeneran en masas, haciendo que estos eventos que emergen de manera inesperada y violenta, se transformen en sucesos incontrolables que ocasionen auténticas desgracias.

Precisamente, la falta de normas o ambigüedad en las existentes, hacen necesario elaborar y sobre todo “implantar”, un Plan de Emergencias que protocolice, estas instrucciones de actuación, de manera comprensible y que en la práctica puedan ser trasladadas a los diferentes actores que  forman parte de una organización.


Antes de definir las medidas del Plan de Actuación ante Emergencias, tendremos que pensar que hay implantar acciones para intentar influir en las conductas colectivas e individuales, por  tanto; tendremos muy presente la definición anterior.  El objetivo de los procedimientos será logar una gestión eficaz de las medidas propuestas, centrado en normas estructuradas y desasociadas de flujos de difícil comprensión.

Estas directrices, serán capaces de facilitarnos la gestión de los recursos de manera que ante una emergencia, no nos encontremos precisamente ante esta situaciones de confusión,  y que con acciones como; con los ejercicios previos de simulación; las formaciones; las informaciones; etc., hayamos sido capaces de actuar sobre las conductas,  de manera que logremos que se perciba la emergencia como algo controlable; por tanto, que los resultados sean exitosos tanto para las personas como para los bienes materiales de las organizaciones.

Ante una emergencia inesperada de importantes dimensiones nos podemos ver ante tres perfiles de actitud y reacción ante los mismos acontecimientos:



  •  Conmoción: La persona se colapsa de emociones, se paraliza y no responde.
  •  Agitación.   La persona entra en un estado de agitación y de difícil control.
  • Comportamiento adecuado: Mantiene la calma, tiene una conducta adecuada de autocontrol ante la emergencia. 

Si no actuamos de una manera proactiva para modificar los dos primeros estados de actitud,  con toda seguridad, aparecerán  ciertos procesos caóticos que a su vez serán magnificados por el contagio de unas personas a otras. Esto surge sobre todo en situaciones de aglomeraciones y en espacios poco conocidos con vías de evacuación indefinidas, confusas o deficitarias.

Entre las singularidades de estos procesos anárquicos podemos citar las siguientes:

                            

*       Conductas compulsivas
*       Desorientación espacial
*       Desconcierto e incertidumbre
*       Desencadenamiento de emociones
*       Perdida del razonamiento y de la noción del tiempo
*       Agitación motriz


¿Qué actuaciones podremos incorporar en nuestro Plan de Emergencias para influir  sobre la conducta y minimizar en lo posible estas reacciones?

La selección de los equipos

Partiremos desde el principio;  la selección de los integrantes del organigrama, por lo tanto nos centramos en los equipos humanos del equipo de emergencias y evacuación.

Aunque muchas recomendaciones, orientan hacia dar preferencia al voluntariado,  lo cierto es, que la elección de ciertos perfiles predefinidos será pieza clave a la hora de dar el primer paso.

Además de tener en cuenta este posible voluntariado, tengamos muy presente que en situaciones reales, el resto de las personas que ocupan el espacio, dependerán de la entereza emocional de los equipos de emergencia seleccionados.  Los integrantes de los equipos deberían ser personas capaces de asumir el  rol de  “líder”.

El aspecto Psicosocial de la personalidad del individuo será uno de los aspectos fundamentales en los parámetros del perfil en la selección.

No se deberá seleccionar a personas que sean susceptibles de adoptar conductas inadecuadas.

La persona debería entre otras características: ser emocionalmente estable; tener capacidad de liderazgo; dotes organizativas e iniciativa propia.



Las normas que desarrollemos, la formación, la información, el  adiestramiento, las fichas de funciones, los procedimientos de coordinación de actividades empresariales para terceros , etc.,  serán importantes, pero sobre todo,  la forma, en su conjunto, de  transmitir este conocimiento al equipo.

La formación

En cuanto al perfil formativo de la persona,  los individuos con un nivel de formación adecuado en materia de conocimiento y control de emergencias denotan un mayor autocontrol, son menos vulnerables al desconcierto y son como regla general más cooperantes.



La formación

En cuanto al perfil formativo de la persona,  los individuos con un nivel de formación adecuado en materia de conocimiento y control de emergencias denotan un mayor autocontrol, son menos vulnerables al desconcierto y son como regla general más cooperantes.

  
El mensaje

Ante la detección y comunicación de la situación de emergencias,  prestemos atención a hora de diseñar el mensaje.  El objetivo es dotarle de cierta sensibilidad en el traslado de la “noticia”. 





El momento de la notificación de la emergencia ejercerá una gran influencia psíquica sobre la conducta del individuo.

Es más importante, trasladar pautas sencillas a seguir que comunicar el peligro real de la amenaza. Parece algo evidente pero es necesario tenerlo en cuenta para evitar el contagio del Pánico.


Tendremos que aprovechar por lo tanto, las diferentes ocasiones que se nos presentan para lanzar mensajes a los ocupantes de las instalaciones; mensajes que sean claros, coherentes y adecuados a las diferentes posibles situaciones.  No olvidemos que la información en su justa media reduce la incertidumbre y favorece la confianza de las personas.


El líder

Una vez constituida la brigada de emergencia, buscaremos la manera de potenciar esas  conductas individuales que queremos seguir desarrollando, y con ello, fomentaremos hábitos que minimicen el riesgo de despersonalización de la persona ante una emergencia. La persona tiene que sentirse segura y preparada para actuar, mantener la calma y dirigir a los colectivos.

Una falta de seguridad en la persona, puede conducir al gregarismo y por lo tanto, al fomento de las reacciones de pánico en masa.

Debemos focalizar nuestra atención en  “Potenciar la figura del líder ante emergencias”.   El líder transmitirá confianza, controlará a los inestables, y sabrá gestionar a las personas para obtener resultados favorables en lo que a la evacuación de los locales se refiere. 

Fomentará tranquilidad y demostrará, con ello, control de aquellas situaciones en las que los comportamientos caóticos, puedan degenerar en una auténtica catástrofe. Ante esta situación  de descontrol, podrían quedar inhibidas las capacidades de respuesta de los individuos.

El histórico de las catástrofes acontecidas en los últimos tiempos se relaciona directamente con una falta de detección de la alarma a tiempo,  por lo que el resultado final se agrava sin margen de reacción.  Debemos instruir no solo en evacuación, extinción, primeros auxilios, etc.,   sino en profundizar en tácticas que permitan a la persona, afinar sus sentidos en relación a su capacidad de anticipación y detección de alarmas en fases primarias.


Potenciar el adiestramiento







En conclusión, algunos factores que hacen importante potenciar el adiestramiento de los equipos son entre otros;

  



·        La falta de percepción del riesgo de las personas no instruidas en emergencias (por ejemplo,  eso pasa pero les pasa a otros), la inhibición del riesgo  y la falta de valoración de la situación

·          La necesidad de conocer a la perfección;  los medios de detención de incendios, los medios de extinción, las vías de escape o evacuación , los puntos de reunión , los teléfonos de emergencias, los protocolos específicos para personal sensible, etc.

·         Resaltar la positividad de las instrucciones presenciales. Fomentar acciones que busquen la inmunización conductual y trasladar el conocimiento de técnicas de autocontrol de la persona.

Incluso contando con preparación, dependerá en gran medida de cómo la persona perciba la situación en el momento del acontecimiento, del medio utilizado para recibir la amenaza y ante todo de la propia personalidad de la persona.


Las instalaciones

Remarcar que ciertas acciones relacionadas con las propias instalaciones; inciden positivamente en la conducta del individuo ante situaciones críticas; refuerzan el sentimiento de seguridad individual de la persona, y por tanto, ayudan a un mayor control de las conductas colectivas. En cuanto a las medidas de actuación en las propias instalaciones, podemos destacar las que se citan a continuación: 


  • Evitar la masificación de señales alarmantes que fomenten la aparición de casos de pánico.
  • La señalización de los espacios será concisa y unívoca. Señales muy visuales y que contengan el texto preciso evitando la ambigüedad.
    *
  • Aprovechar los tablones de anuncios para que el personal pueda visualizar el organigrama de  emergencias.  Ese aspecto crea seguridad de protección, preparación y control. Fomenta la sensación de “espacio seguro”.
  •  Indicaciones claras en relación a las rutas de evacuación, que no lleven nunca a confusión. Tengamos en cuenta que muchas personas no conciben el posible peligro ni son conscientes a no ser que vean una gran cantidad de humo, gritos, etc.
  • Adecuar de manera suficiente los medios de extinción y material de primeros auxilios al  espacio. Crear mecanismos que garanticen su revisión y mantenimiento.
  • Difusión del Plan de Emergencias utilizando diferentes vías; trípticos, intranet corporativa, en incorporación,  comunicación de pautas de emergencias de manera periódica vía mail, papel, etc.  Únicamente con la aplicación de esta acción no se garantiza el cambio de comportamiento hacia el esperado en situaciones de emergencias, pero en importante sensibilizar en la materia.  
    
   En su conjunto, el Plan de Emergencias, tiene que ser claro y sobre todo muy específico, conciso, comprensible y  actualizado.

        La información que trasmitamos en relación a las instalaciones deberá ser:


  •     Ser clara y contar con cierta continuidad en su  difusión
  •     Coherente en relación al riesgo
  •     Específica del lugar


   Concluyendo, fomentemos la implantación de las directrices básicas en materia de preparación ante emergencias,para que nos puedan facilitar la gestión de todos estos recursos, de manera que ante una situación crítica,  salgamos con éxito de la eventualidad.










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